En agosto de 2018, la UANDES publicó el libro La universidad en debate. 18 miradas sobre una controversia. El Rector José Antonio Guzmán C. cuenta por qué era necesario impulsar este proyecto y evalúa las luces y sombras de la ley de educación superior.

Es necesario hacer una pausa después de la acelerada discusión sobre la reforma a la educación superior para pensar con calma qué se espera del sistema universitario hoy y en el futuro.

Próxima a cumplir tres décadas de labor académica, la Universidad de los Andes quiso hacer un aporte para una reflexión más profunda sobre un tema que lo requiere y, tras dos años de trabajo, publicó el libro “La universidad en debate. 18 miradas sobre una controversia”.

“Para legislar adecuadamente hay que partir por explorar la naturaleza íntima de la universidad”, plantea el Rector José Antonio Guzmán. Ese es el propósito de este libro: mostrar la complejidad y riqueza de la institución universitaria. “Se incluyen miradas interdisciplinarias, desde la filosofía hasta la política, con reflexiones que van más allá de la contingencia”, agrega.

El Rector es uno de los editores del libro y autor de un capítulo sobre gobierno universitario. Escribe desde una vereda que conoce al detalle, no solo por su experiencia más cotidiana en la UANDES, sino también porque la educación superior es su tema de investigación. Eso lo llevó a participar activamente en la discusión sobre la reforma, donde advirtió que hacía falta pensar y debatir sobre la universidad desde dentro.

¿Cómo evalúa la ley de educación superior?

La ley contiene aportes valiosos. Crear la Superintendencia era necesario, porque es importante velar por las buenas prácticas. Hay recursos públicos y se debe custodiar el derecho de los estudiantes a recibir lo que se les pormetió. Sin embargo, es una ley hecha con espejo retrovisor, que no mira hacia el futuro. La sociedad está cambiando y las universidades deben hacerse cargo de esas transformaciones para seguir siendo relevantes.

¿Identifica alguna amenaza?

La gratuidad es una potencial amenaza a la autonomía. A través de ella, el Estado podría ejercer un mayor control. A esto se suma el empobrecimiento del sistema, ya que el Fisco no cuenta con los recursos suficientes para financiar una educación de calidad.

Este gobierno ingresó un nuevo proyecto sobre crédito solidario. ¿Es una medida necesaria?

Es una iniciativa positiva y más compatible con la autonomía universitaria que la gratuidad. El alumno decide dónde estudiar con esos recursos. Pero hay que considerar detalles, como su implicancia en la sustentabilidad futura de las universidades.

¿Cuáles han sido los avances y retrocesos del sistema universitario en los últimos 15 años?

La cobertura creció mucho. Hoy hay cerca de un millón doscientos mil estudiantes. También hubo avances en el financiamiento de estos alumnos. Se creó la Comisión Nacional de Acreditación, que ha sido un aporte significativo. Pero queda mucho por hacer. El sistema no ha sabido corregir a tiempo la falta de calidad. Se puede prever que se seguirán cerrando universidades y a ese problema se suman las altas tasas de deserción que Chile tiene en comparación a otros países.

¿Qué rol juega la investigación en el mejoramiento de la calidad?

Es vital, porque a través de ella se expanden las fronteras del conocimiento. La universidad, como promotora del saber tiene dos funciones fundamentales: la docencia y la investigación. Y ambas están conectadas. La calidad de la investigación tiene una repercusión directa en la docencia y viceversa. La creación del nuevo Ministerio de Ciencia y Tecnología genera muchas expectativas, ya que se espera que sea un promotor en estas materias, pero se corre el peligro de introducir una cuña entre la actividad docente y la investigadora.

Para ver detalles de la presentación del libro “La universidad en debate. 18 miradas sobre una controversia”, haz clic aquí.