OPINIÓN
Cristián Bravo Palma
Decano, Facultad de Odontología
En cada historia, en cada persona hay una urgencia, una necesidad real, que, para nuestros pacientes, o se resuelve aquí, o es muy difícil que se resuelva en otro lugar. En el Centro de Salud Universidad de los Andes de San Bernardo (CESA) no solo se enseña odontología. Ahí, nuestros estudiantes aprenden lo que significa ser responsables de otro ser humano. Para muchos, es el primer contacto real con un paciente, y ese encuentro los transforma. Lo he visto una y otra vez: el alumno que entra a tercero no es el mismo que termina cuarto. ¿Por qué? Porque en ese proceso descubre que alguien ha depositado su confianza en él y en una institución que, por más de 25 años, ha sido parte de la vida de cientos de familias del sector sur de Santiago.
Nuestros pacientes no vienen solo por tratamiento. Vienen porque en el CESA sienten que serán escuchados, respetados, y atendidos con dignidad. Recuerdo a un paciente que decía con orgullo: “Aquí me atienden con la mejor tecnología”. Eso es lo que defendemos: que la calidad y los tratamientos de más alto nivel estén al alcance de los pacientes. Intentamos con esfuerzo, que nuestros estudiantes comprendan que se puede poner al alcance de los pacientes tratamientos de calidad para que cuando egresen tengan esta visión de hacer una odontología de calidad independiente del lugar donde trabajen o a las personas que atiendan.
Nuestro Centro de Salud es también uno de los pocos lugares en donde una madre puede encontrar atención adecuada para un hijo con capacidades diferentes, con especialistas y terapias dentales de primer nivel, en un ambiente que respeta su particularidad.
Por eso, nuestros estudiantes aprenden más que técnicas: aprenden de empatía, de respeto, de compromiso y consideración por el prójimo. Aprenden que su rol como futuros profesionales es ayudar a mejorar vidas, y lo experimentan en la atención de sus pacientes. Ese vínculo humano, que une al estudiante con su paciente, durante su paso por el CESA, enseña al alumno que la salud bucal permite muchas veces devolver a los pacientes no solo forma, función y salud, sino que confianza y autoestima, alegría y seguridad, lo que afianza en él su espíritu de servicio y sus ganas de entregar lo mejor de sí mismo en cada atención.