Los jóvenes están retardando la maternidad por distintos factores a nivel mundial. Académicos e investigadores UANDES reflexionan sobre el fenómeno de la baja natalidad y las políticas que se pueden implementar para revertir estas cifras.

Los datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) muestran que este año el descenso de la natalidad se ha agudizado: entre enero y abril se registraron 49.570 nacimientos, por debajo de los 54.682 que había en el mismo período de 2024, y menor a los 84.235 que se contabilizaron en 2015. Es decir, en una década se ha experimentado una caída de 41%. Estos números dan cuenta de una realidad mundial: una grave crisis demográfica a raíz de la disminución de los nacimientos, lo que ha incidido en la tasa de fecundidad que va a la baja. Fenómeno que se da en paralelo a un acelerado envejecimiento de la población.

La académica Claudia Rodríguez, Coordinadora General del Centro de Envejecimiento UANDES, participa en numerosas iniciativas para promover el envejecimiento activo, saludable y digno. Explica que el progresivo declive de la población es un fenómeno que viene respaldado por las cifras del censo y que nuestro país ha avanzado muy rápido hacia convertirse en una sociedad envejecida. “Lo primero que hay que destacar es que la esperanza de vida hoy supera los 81 años. La esperanza de vida como indicador es muy bueno. Eso significa que se han hecho cosas, desde la medicina, la tecnología y el diagnóstico oportuno, para lograr esa cifra. Es una realidad que estamos viviendo más, pero eso no significa que vivamos mejor”, sostiene.

“Todos esos indicadores nos revelan que Chile es una población envejecida. Somos el país más envejecido de Latinoamérica y de las Américas. Superamos a Brasil y a Uruguay”

Claudia Rodríguez, Coordinadora General del Centro de Envejecimiento

La especialista añade que los chilenos están extendiendo sus años de vida, pero con comorbilidades, “con muchas mochilas de riesgo y, por lo tanto, el envejecimiento hay que abordarlo no cuando la persona ya sea demasiado mayor, sino de manera preventiva, para que no sume más mochilas”, dice.

Claudia Rodríguez detalla que las cifras oficiales constatan que hay 73 personas mayores por 100 jóvenes. “Todos esos indicadores nos revelan que Chile es una población envejecida. Somos el país más envejecido de Latinoamérica y de las Américas. Superamos a Brasil y a Uruguay”, apunta. Explica que, desde la Universidad de los Andes, se han dedicado a profundizar en este aspecto demográfico y en sus consecuencias. “Por ejemplo, se habla mucho de la soledad en los adultos mayores, pero no se la está midiendo. También nos preocupa el ámbito laboral. El año pasado encuestamos a mil personas mayores y les preguntamos si tenían ganas de seguir trabajando. Hay un tema que hay que poner en agenda, porque efectivamente ese grupo quiere seguir activo, especialmente por un tema de ingresos. No les alcanza la pensión. Si hoy la esperanza de vida es de 81 y más, y nos estamos jubilando a los 60 y 65 años, ese es un problema que hay que tomar en cuenta”.

Para la Coordinadora General del Centro de Envejecimiento UANDES los reportes muestran, además, que los jóvenes no quieren tener hijos o están retardando la maternidad por distintos factores. “No hay una política de Estado que aborde la compatibilidad trabajo y crianza. Hoy las mujeres quieren seguir desarrollándose y no tienen en primera línea ser madres y, aunque hemos avanzado en políticas de cuidados y conciliación, parece que no es suficiente”, acota.

Cambio curricular

María Paz Ross, matrona y especialista en Salud Pública, es directora de la Escuela de Obstetricia y Puericultura, de la Facultad de Enfermería y Obstetricia. Ha participado en iniciativas asociadas al Centro de Envejecimiento, en proyectos de investigación y conoce la realidad de las embarazadas que acuden a los CESFAM. Señala que, en el contexto de la atención primaria, las mujeres se atienden por matronas, no por ginecólogos, y en los hospitales públicos ocurre lo mismo. “En los hospitales se ha visto una baja en la tasa de natalidad. Esto impactará en la distribución de los servicios de atención pública de salud. Lo que estamos viendo es que se está transformando la mirada de la obstetricia clásica de la salud reproductiva hacia la matronería”.

María Paz Ross reflexiona sobre su profesión y el aumento de las expectativas de vida y afirma que las casas formadoras están desafiadas en un proceso de reformulación de sus mallas curriculares. “Tal vez el rol de la matrona está cambiando, en los siguientes años por el envejecimiento, hacia la población en climaterio. Las personas en climaterio y personas mayores van a ser las personas de cuidado para las matronas del presente y del futuro”.

A su juicio, las matronas pueden “aportar en cómo hacer que las mujeres tengan un envejecimiento más saludable, desde un rol preventivo”. Y agrega que “nos interesa desarrollar a la matrona UANDES con un sello de trato, de calidez, personalizado, con un enfoque en la persona humana, pero siempre viendo los desafíos epidemiológicos que nos trae el siglo XXI”.

Tanto María Paz Ross como Claudia Rodríguez coinciden que la baja de natalidad es una realidad multifactorial.

“El rol de las matronas está cambiando por el envejecimiento, principalmente, hacia la población en climaterio.
Las personas en climaterio y mayores, en general, van a ser las personas de cuidado para las matronas del presente y del futuro”

María Paz Ross, Directora de la Escuela de Obstetricia y Puericultura


El ginecólogo Sebastián Illanes, profesor investigador de la Facultad de Medicina y del Centro de Investigación e Innovación Biomédica, quien también es especialista en medicina materno-fetal y forma parte del cuerpo médico de la Clínica Universidad de los Andes, comparte esta mirada. El Dr. Illanes plantea que, en la década de 1950, la población mundial crecía a tasas anuales de 2%, impulsada por la disminución de la mortalidad y altas tasas de natalidad, generando preocupación de que existiera sobrepoblación y el establecimiento de políticas públicas para controlar ese crecimiento.

“Dos generaciones después, nos enfrentamos al riesgo opuesto: un planeta que se está vaciando, con economías que están complicadas y una población que envejece a un ritmo alarmante. La causa principal de este fenómeno es clara, pero no deja de ser muy inquietante: la natalidad está cayendo en picada, prácticamente en todos los rincones del mundo, salvo quizás en el África subsahariana. Lo que parecía un fenómeno gradual, se ha acelerado de manera simultánea en culturas, economías y sistemas políticos completamente diferentes”, manifiesta el Dr. Illanes.

“En Estados Unidos, más de la mitad de los jóvenes entre 18 y 34 años no está casado y en América Latina la tendencia es similar. Muchos simplemente no quieren casarse ni tener hijos”

Sebastián Illanes, Académico de la Facultad de Medicina y del CiiB

El visiting Professor de National University of Singapore añade que este declive tiene consecuencias graves y conocidas por todos. “Una población que envejece significa menos personas en edad productiva y más adultos mayores que dependen de pensiones y servicios de salud. ¿Quién pagará esa cuenta? Los pocos jóvenes que queden”. También declara que eso implica que, de aquí a 2035, vamos a tener un porcentaje importante de la población sobre los 50 años. “Eso va a significar un impacto económico que afectará a todos. Pensemos, por ejemplo, en el sistema universitario chileno, con cupos adaptados a una demanda que necesita tasas de natalidad bastante superiores a las que tenemos actualmente en nuestro país. En una década van a sobrar cupos de acceso a la educación superior, y debemos adaptarnos y prever esa realidad”.

Postergar la fertilidad

Sebastián Illanes cree que una potencial explicación al problema de la baja de natalidad, y que cruza de manera relativamente uniforme a todos los países, es la creciente dificultad para formar parejas. “Lo que estamos viviendo es una ‘crisis del emparejamiento’. En Estados Unidos, más de la mitad de los jóvenes entre 18 y 34 años no está casado ni convive y en América Latina la tendencia es similar. Muchos simplemente no quieren casarse ni tener hijos. Y cuando uno observa los datos, la relación es directa: menos parejas, menos hijos”.

Continúa con su reflexión y comenta que hoy “en promedio, en los países de la OCDE, entre las personas en edad de formar pareja, 52% de las mujeres ha alcanzado estudios de educación superior, en comparación con solo 39% de los hombres, lo que representa una diferencia de 13 puntos porcentuales, que en algunos países alcanza 20 puntos. Esto genera una desconexión total, en donde muchas mujeres con estudios superiores no encuentran hombres que cumplan con sus expectativas.

Por otro lado, vemos a hombres con menos estudios, con menos ingresos, que se quedan sin formar matrimonio. Como efecto indirecto se retrasa la maternidad y se ven soluciones alternativas para preservarla como la congelación de óvulos”. De hecho, en la última década esta se ha multiplicado casi por 30 en España, y en EE.UU. creció 39% entre 2019 y 2021. El ginecólogo advierte, sin embargo, que en esta última decisión hay un problema de fondo, “el porcentaje de esos óvulos que se utilizan finalmente es entre 5 y 10%. O sea, 90% de esas mujeres que congelaron, no van a ocupar sus óvulos. Es un escenario complejo, ya que demuestra que una vez postergada la fertilidad, esta no necesariamente se retoma”.

Matías Petersen, doctor en Economía Política por King’s College London y decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de los Andes, también habla de un fenómeno global, más allá del caso chileno. A su juicio, en nuestro país la baja de natalidad se asemeja “más bien a patrones de países desarrollados. Hoy los demógrafos están preocupados por ello, pero también los sociólogos y los economistas”. Agrega que no existen fórmulas mágicas para dar una vuelta a este fenómeno. “Los países que han intentado revertirlo con incentivos económicos o extensiones de postnatal, no han logrado cambios drásticos. Hungría, por ejemplo, que gastó cerca del 5% del PIB por varios años en políticas pro-familia, no logró mejorar las cifras”.

Matías Petersen dice que, más allá de un incentivo económico, “acá estamos ante un problema cultural, mucho más arraigado y profundo. Existen trabajos sociológicos bien interesantes sobre la ansiedad de los nuevos padres. También hay referencias sobre una sensación de incertidumbre por el escenario global y sobre un deseo de autonomía: privilegian el desarrollo profesional, como si la vida familiar fuera incompatible con ese desarrollo y ahí sí juegan un papel importante las políticas públicas de conciliación trabajo-familia”, asegura.

“Acá estamos ante un problema cultural, mucho más arraigado y profundo. Hay una sensación de incertidumbre por el escenario global, también hay trabajos sociológicos bien interesantes sobre la ansiedad de los nuevos padres, con una sensación de incertidumbre y por un deseo de autonomía”

Matías Petersen, Decano de la Facultad de Ciencias Sociales

Un pilar fundamental

María José Bosch, académica del ESE Business School y directora de su Centro Trabajo y Familia, lleva más de una década investigando acerca de temas relacionados con corresponsabilidad trabajo-familia e influyendo en políticas públicas sobre este tema. Reconocida en varias oportunidades entre las 100 Mujeres Líderes de El Mercurio, confirma que la baja de la natalidad hoy es un desafío transversal. “Un gran desafío es que la caída en la tasa de natalidad es mundial. Los países desarrollados están hace años por debajo de la tasa de reposición, que es 2,1. Esto se compensaba con los países en vías de desarrollo, sin embargo, en los últimos años, estos también están con tasas menores a la necesaria para mantener una pirámide poblacional estable”.

Para María José Bosch otro de los desafíos, en el corto plazo, está asociado a la migración. “Hoy en Chile nos preguntamos qué vamos a hacer con tanta inmigración, pero el gran problema es que en unos años más vamos a tener un flujo de talentos hacia países desarrollados, lo que impacta directamente a la fuerza laboral. ¿Qué sucede? Cuando la tasa de natalidad baja mucho afecta la proporción de personas que están en el merca­do laboral, que producen y pagan impuestos, y que financian a los dos extre­mos: niños y adultos mayores. Cuando una población envejece muy rápido, el costo de financiar la vejez aumenta”.

María José Bosch habla de razones múltiples, pero una muy importante es una falta en el balance trabajo-familia. “A las generaciones jóvenes les hemos estado diciendo o te desarrollas profesionalmente o te desarrollas en la vida privada, pero ambas no se puede. Uno de los mecanismos que hemos medido en el Centro Trabajo y Familia del ESE, es la penalización de la maternidad”. La experta considera que esta penalización ocurre desde hace mucho tiempo, pero lo nuevo es que ahora también se comenzó a penalizar la paternidad, es decir, se comenzó a castigar el comportamiento de padres que cuidan. “No solo se penaliza a la mujer, sino a la posibilidad de formar una familia”, expresa. Adelanta que está trabajando en una investigación con Matías Braun, profesor titular del ESE Business School, que “también responde a otros datos mundiales, y es que las personas que cuidan a otros tienen niveles de satisfacción y de vida mucho más altos. Siguiendo los números que arrojan las encuestas de muchos países europeos, se muestra que hombres y mujeres están mejor cuando cuidan”.

“La familia es el primer vínculo social del ser humano. Es el lugar donde perteneces por el mismo hecho de ser. En la familia tú eres y, además, desarrollas las principales competencias de vida”

María José Bosch, Directora del Centro Trabajo y Familia del ESE Business School

Finalmente comparte las cifras que hablan de un aumento de las personas jóvenes “que ni siquiera se plantean tener familia. Todo es penalización y, como no hay ayuda, deciden no tener hijos, pero la familia es un pilar extremadamente importante en la sociedad. Nosotros como seres humanos nos desarrollamos a través de vínculos. El estudio de la Universidad de Harvard de Desarrollo Adulto midió qué hacía a las personas sentirse mejor. Midieron ingresos y salud y lo que más importa, para el bienestar en la vida, son los vínculos personales. La familia es el primer vínculo social del ser humano. Es el lugar donde perteneces por el mismo hecho de ser. En la familia tú eres y, además, desarrollas las principales competencias de vida”.

La directora del Centro Trabajo y Familia concluye que “si como sociedad no ponemos esta conversación sobre la mesa, que la familia es lo más importante, no podremos cuidarla”.