En un país donde más de 2.200 personas esperan un riñón y la donación avanza a paso lento, un equipo médico trabaja contra el reloj, liderados por el cirujano con más experiencia en trasplantes del país y una enfermera que ha acompañado cientos de procedimientos.

En mayo de 2024, la Clínica Universidad de los Andes recibió la autorización para iniciar su Programa de Trasplante Renal. La dirección quedó en manos de un cirujano con más de 30 años de experiencia en centros públicos y privados, responsable del mayor número de trasplantes realizados en Chile: el Dr. Erwin Buckel. “Un programa de trasplante no es solo una operación. Es la capacidad de evaluar, acoger, resolver problemas sociales y estar disponibles en cualquier momento del año”, resume el especialista.

La insuficiencia renal crónica es una enfermedad silenciosa que afecta a cerca del 10% de los adultos en el país. Cuando la función renal se pierde por completo, el paciente depende de una máquina de diálisis o de un trasplante para seguir con vida. Hoy, más de 2.200 personas esperan un riñón en Chile. Alrededor de 14.000 se dializan, muchas durante años, con una calidad de vida limitada. El gran cuello de botella: la baja tasa de donación, que apenas llega a 10,2 donantes por millón de habitantes. Muy lejos de países como España, que supera los 52.

Liderazgo que marca la diferencia

El Dr. Buckel ha visto de cerca cómo un trasplante puede cambiar una vida. Con especialización en trasplante renal, pancreático y hepático por la Clínica Mayo, de Estados Unidos, ha trabajado en la formación de equipos quirúrgicos, en la organización de programas y en la realización de cientos de procedimientos durante su carrera.

Bajo su liderazgo, el programa de la Clínica UANDES marcó un hito nacional: fue el primero en Chile en realizar la extracción de un órgano para trasplante con cirugía robótica, un avance que disminuye la invasividad y favorece la recuperación del donante.

Claro que el trasplante no empieza en la sala de operaciones, sino meses antes, en el trabajo de preparación y coordinación. Esa tarea recae en Elizabeth Galdames, enfermera jefe de Procuramiento y Trasplante de la Clínica UANDES, con amplia experiencia en acompañar y gestionar cada etapa del proceso. “Aquí no solo operamos: acompañamos a personas que han vivido años de diálisis, muchas veces con recursos limitados. Nuestro desafío es guiarlos en cada paso y darles confianza en un proceso complejo”, explica.

“Ha sido un salto a la alta complejidad: no solo significa que como institución somos capaces de hacer una operación, sino también de evaluar a estos pacientes, acogerlos y resolver sus problemas sociales, pues una proporción muy alta pertenece a Fonasa”

Erwin Buckel, Jefe del Programa de Trasplantes de Clínica Universidad de los Andes

Porque un trasplante renal no es solo una intervención de alta complejidad. Es la suma de tecnología, infraestructura, coordinación nacional y un equipo dispuesto a estar donde y cuando se les necesite. “Si nos ofrecen un órgano en Navidad, Año Nuevo o en pleno feriado, el equipo se activa. No hay pausas”, afirma el Dr. Buckel. Esta disponibilidad no es habitual en todos los centros y marca una diferencia real para quienes esperan. Y es que tener un programa propio es, para la Clínica, una señal de madurez y una apuesta por asumir un rol activo frente a una de las mayores crisis de salud pública del país.

El convenio que mantiene con DaVita, la mayor red de diálisis del país, con miles de pacientes en tratamiento, le permite integrar la información clínica y acelerar la derivación de pacientes que cumplen criterios para trasplante. En Chile, la mayoría de las personas con insuficiencia renal avanzada recibe diálisis a través de centros especializados como este. Por lo tanto, quienes están en tratamiento con DaVita pueden ser evaluados y preparados de forma más oportuna, reduciendo los tiempos muertos, que muchas veces prolongan la espera innecesariamente.

“Ha sido un salto a la alta complejidad: no solo significa que como institución somos capaces de hacer una operación, sino también de evaluar a estos pacientes, acogerlos y resolver sus problemas sociales, pues una proporción muy alta pertenece a Fonasa”, señala el Dr. Buckel. “Estamos muy contentos con los resultados y los pacientes y sus familias están satisfechos”, agrega.

Donación: una responsabilidad social

El programa de trasplantes es un foco esencial para el rol que cumple la Universidad de los Andes en la sociedad. La tasa de donación es muy baja en Chile, y ante eso las universidades tenemos una responsabilidad. Hay que hacerles saber a las personas qué significa ser donante y que este sistema es muy eficiente en Chile”, complementa el decano de la Facultad de Medicina, Dr. Enrique Oyarzún.

“Es una situación súper seria”, comparte el Dr. Buckel. “Tenemos cifras de donación de órganos de un país tercermundista, y tenemos un nivel de medicina de un país primermundista. En Chile somos capaces de hacer trasplantes combinados de hígado y corazón, como si estuviéramos en el epicentro de la medicina europea o norteamericana, pero nos separa una distancia sideral en cuanto a la donación de órganos”, explica el jefe del Programa de Trasplante.

“La tasa de donación es muy baja en Chile, y ante eso las universidades tenemos una responsabilidad. Hay que hacerles saber a las personas qué significa ser donante y que este sistema es muy eficiente en Chile”

Dr. Enrique Oyarzún, Decano de la Facultad de Medicina

A su juicio, para incentivar la donación de órganos hay que invertir en “comunicaciones, educación, un sistema altamente profesionalizado de pesquisa de donantes, manejo de donantes, procuramiento de órganos, transporte. Todo eso flaquea en Chile. Es cierto que hemos mejorado, que hoy tenemos un sistema de transporte centralizado y tenemos la Coordinación Nacional de Trasplante y Procuramiento. Hemos avanzado, pero, como todo en medicina, estas iniciativas requieren de recursos. No se pueden hacer solamente con las ganas”. Igualmente, advierte, “no se puede decir que en Chile no se procura porque la gente no quiere donar. A la gente no se le educa y no se ha hecho la gestión necesaria para transparentar cómo son los procesos”.

Para Erwin Buckel existe un modelo a seguir: “Es hacer copy-paste. Todo lo que estoy señalando lo hizo España”. En junio pasado, el Ministerio de Sanidad de España anunció que los donantes habían aumentado en un 52% en los últimos 10 años y que en 2024 se realizaron 4.049 trasplantes renales en ese país. La realidad en Chile es muy distinta. Un total de 675 trasplantes durante 2024 informó el Instituto de Salud Pública. De ellos, 418 fueron de riñón. En nuestro país, son más de 2.200 las personas que están en lista de espera para un trasplante de riñón. En el caso de hígado, superan las 200.

No obstante, el Dr. Buckel reconoce avances: “Para nosotros, los que partimos con los trasplantes en los hospitales del Salvador y Calvo Mackenna, es increíblemente bueno ver hoy día que un hospital público como el Sótero del Río es capaz de hacer un número importante de trasplantes hepáticos en un año. Hemos dado pasos adelante, pero en procuramiento de órganos tenemos la misma cifra de hace 20 años”.

Acompañar a la familia

La ley establece que todo chileno es donante desde los 18 años, con excepción de quienes expresen ante notario su voluntad contraria. Pero, en la práctica, es la familia la que decide. “Hay que ser muy sensible frente al tema, porque estás trabajando con una familia que probablemente está viviendo el peor momento de su vida”, dice Elizabeth Galdames. “Si esto me pasara, ¿cómo me gustaría que me explicaran?”, esa es la pregunta central.

Lo más complejo es confirmar que la familia haya comprendido lo que se le ha explicado. “No ha habido una vez en la que no haya llorado pensando en todo lo que acaba de pasar. Pero uno siente que ha aportado tranquilidad en esa despedida y, en ese sentido, es algo maravilloso”, revela. “Cuando ves a un paciente trasplantado, sientes agradecimiento”.

Nuestro fin como procuradores es que cada familia sienta que la decisión que está tomando es la mejor opción para el fin de vida de su familiar, que se vayan tranquilos, que no se sientan presionados, que tengan la información necesaria. Mientras la donación de órganos no sea tomada realmente como una responsabilidad de Estado, y requiera de la venia de la familia, nuestra labor es esa”, indica la enfermera jefa.

El Dr. Erwin Buckel y la enfermera jefa Elizabeth Galdames están muy contentos con los resultados del Programa, que comenzó con trasplante renal adulto y actualmente evalúa dar el paso al pediátrico, para luego seguir con trasplante de hígado.

Mitos y realidades

En noviembre de 2024 se anunciaron los resultados de una encuesta de la Facultad de Medicina, con una muestra de 1.239 personas. Tres de cada cuatro encuestados manifestó su voluntad de donar sus órganos al fallecer, y tres de cada cinco dijeron haberlo hablado ya con su familia. Asimismo, 3 de cada 5 dijeron no conocer a nadie que se haya trasplantado. El 29% de quienes no deseaban donar sus órganos aseguró desconfiar de la lista de espera y el 19% temía que lo dejen morir para usar sus órganos.

“El mito madre de todos los mitos es que si yo soy donante de órganos no van a hacer nada por mí si llego con algún problema al hospital o a la clínica. Pero las instituciones de salud estamos formadas para mantener la vida de las personas siempre, en cualquier circunstancia”, aclara Elizabeth Galdames.

Además, muy pocos saben que existe un solo diagnóstico de fallecimiento que hace viable a un donante. “Habitualmente, las personas mueren por criterios cardiovasculares: se nos para el corazón y dejamos de funcionar. Esas personas no pueden ser donantes de órganos en Chile. Quienes fallecen por criterios neurológicos son las únicas que pueden serlo y son entre el 1,5 y el 2% de las personas que mueren anualmente”, explica la enfermera.

La complementa el doctor Erwin Buckel: “Es más probable que uno o alguien de su familia necesite un trasplante a que sea un donante, porque la donación de órganos en muerte encefálica es súper excepcional. Cuando uno se muere, el 99,9% de las veces no puede ser donante; se requieren circunstancias muy particulares para que esos órganos puedan ser utilizados. Entonces, es mucho mayor la probabilidad de que uno termine necesitando un riñón, un hígado, un corazón o un pulmón, a que uno efectivamente termine siendo un donante”.

Existe un miedo más, que detalla Elizabeth Galdames: “Hay desconfianza de que en Chile se trasplantan los ricos y no se trasplantan los pobres. Pero el 80% de los chilenos son Fonasa; el otro 20% son Isapre, y esa misma proporción se guarda entre las personas que se trasplantan. En Chile ningún paciente pasa por encima del otro, está todo regulado por el Instituto de Salud Pública y para todos los órganos hay un protocolo. Es un sistema muy bien resguardado”.

Por ello es esencial saber entregar la información necesaria para que los miedos y mitos desaparezcan. “Debemos formar una cultura de donación de órganos aquí en la Clínica UANDES, que, por sus principios y valores, pone la vida frente a cualquier otra cosa”, plantea la enfermera jefe.

El equipo de Programa de Trasplante Renal

Esperanza de vida

El decano Enrique Oyarzún alerta sobre el estrés que implicará el envejecimiento poblacional. “En 2050, 3 de cada 10 personas van a ser mayores de 80 años en Chile y casi 4 de cada 10 serán mayores de 60”, señala. “Aumentarán las enfermedades crónicas, lo que significa que la necesidad de trasplantes va a aumentar”, agrega. Solo una cultura de la donación, dice, permitirá “salvar y prolongar vidas, lo que favorecerá también que personas trasplantadas puedan seguir trabajando en una sociedad cuya masa laboral habrá disminuido”.

Es el caso de Fernando Vicencio Silva, quien se sometió a un trasplante renal en diciembre de 2024 en la Clínica UANDES y en julio cumplió 75 años. “Infinitas gracias por esta donación que me da una esperanza mayor de vida para seguir participando en todas las actividades que yo realizo, y que algunas son de bien común, sobre todo como presidente de los profesores normalistas de este país”, dice.

Sostenedor y cofundador de una institución de educación superior, a inicios de 2024 empezó a dializarse y se inscribió en la lista de espera: “Fue inesperada la inmediatez con que se produjo este trasplante, por lo cual quedé gratamente sorprendido. La operación resultó un éxito y ahora todos mis indicadores están llegando a los rangos de normalidad”, asegura.

“Estoy súper agradecido de la familia que me dio esta nueva posibilidad y no la quiero desaprovechar”, asegura Rodrigo Seguel, quien se trasplantó en marzo de 2025.

Fernando Vicencio, a sus 75 años, quiere seguir aportando a la educación del país, luego de ser trasplantado en diciembre de 2024.

“Esta nueva etapa ha sido maravillosa, un cambio de vida enorme”, dice también Rodrigo Seguel Leiva (54), agente de aduana que se sometió el 21 de marzo a un trasplante renal en Clínica UANDES. “El día 28 ya estaba en mi casa y noté inmediatamente el cambio. Es una bendición no tener que ir a diálisis; es una experiencia muy dura”, agrega.

“Estoy súper agradecido de la familia que me dio esta nueva posibilidad y no la quiero desaprovechar. Cuando me den el alta quiero ponerme a trabajar en hacer una fundación para enseñar respecto del tema de la diálisis, porque mucha gente no sabe nada; yo mismo nunca conocí a nadie que se dializara”, anuncia Rodrigo Seguel, quien se trasplantó en marzo. Valora, además, el apoyo que tuvo del equipo de la Clínica UANDES para cumplir con los requisitos y entrar a la lista de espera desde que llegó a ella en mayo de 2024. “Nos preocupamos de acompañar muy bien a nuestros pacientes”, cierra el Dr. Buckel.

Live Clínica UANDES, noviembre 2024