El nuevo tiempo del Rector

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José Antonio Guzmán comenzó un nuevo tiempo como Rector de la Universidad de los Andes el 21 de enero de 2024. En jerga tenística, deporte al que es muy aficionado, podría decirse que comienza su tercer set. Tiene experiencia, conoce la cancha y no le asustan los desafíos. Lo hace confiado en la gente y concentrado en la estrategia, pero sin perder de vista que el juego no es en solitario, y que los resultados tienen proyección de largo plazo.

Por Marta Castillo Albarrán

Se siente con mucha energía e ilusión frente a los grandes desafíos que deberá afrontar la Universidad en los próximos cinco años, y destaca especialmente “el apoyo de tantas personas con ganas de hacer bien las cosas”. Habla de la riqueza del trabajo colegiado, “saber que es una empresa que sacamos todos adelante”. Y aunque mira con ojos optimistas el futuro, conserva en su oficina una mascarilla a la vista “para no olvidar lo que sufrimos, a lo que tuvimos que adaptarnos y lo que aprendimos durante la pandemia”, asegura. José Antonio Guzmán inició su etapa como Rector de la Universidad de los Andes en 2014. Tenía 47 años y, entonces, en la Universidad había 6.800 alumnos.

Hoy, 10 años después, la cifra es de 9.000 estudiantes de pregrado, 2.300 de postgrado y 17.600 de educación continua. Antes de asumir por primera vez, había sido Vicerrector Académico e integrante del Consejo Superior. Venía de pasar tres años en EE.UU., donde estudió un máster en Harvard y un doctorado en Pensilvania, ambos en educación.

Durante sus primeros 10 años como Rector, la Universidad ha dado pasos decisivos, como la inauguración de la Clínica Universidad de los Andes y la incorporación al Consejo de Rectoras y Rectores de Universidades Chilenas (CRUCH). También han aumentado los programas de doctorado y la colaboración científica con otras instituciones, como los Institutos Milenio en Óptica y en Cuidado o los Núcleos en Discapacidad y en Salud Mental.

En investigación aplicada, un acontecimiento importante fue el Centro Basal IMPACT, adjudicado en colaboración con otras universidades. Ha habido una mejora considerable en los indicadores científicos y éxito en la adjudicación de proyectos como Fondecyt. Meses antes de la pandemia se implementó el sistema Canvas, que facilitó la continuidad del plan educativo, y el proceso de acreditación institucional de 2022 culminó con la acreditación de la Universidad en nivel de excelencia por 6 años, entre muchos otros hitos.


“Estamos optimistas, creemos que el país puede estar atravesando por algunas dificultades, pero en el mediano plazo, este país tiene un inmenso potencial. La Universidad apuesta por ese potencial y, por lo tanto, necesita seguir desarrollando su infraestructura para cumplir de mejor manera su misión.”

Comienza una nueva etapa con la ventaja de la experiencia. ¿Cómo se siente?
Bien, diría que estoy más viejo (ríe). Aunque la vitalidad de la juventud es muy importante, la Junta Directiva ha querido confiarme un nuevo período, por lo que hay también una valoración de la experiencia. La contracara es que soy menos joven…

¿Cómo enfrenta este nuevo tiempo como Rector?
Estamos frente a un escenario muy cambiante, que va a impactar a la sociedad y a la Universidad. También creo que tenemos una universidad consolidada, con recursos para hacernos cargo de esos desafíos, gente muy preparada, personas sensibles a las necesidades del país, con deseos de colaborar y contribuir. Por lo tanto, miro el futuro con optimismo.

Optimismo frente al cambio social…
Es verdad que estos procesos generan incertidumbre, pero creo que las universidades están preparadas porque tienen gente que reflexiona, que es capaz de procesar el cambio tratando de aportar soluciones mejores. Me gusta la idea de que las universidades están en la vanguardia de los procesos sociales, y creo que tiene que seguir siendo así.

¿Cómo se afronta desde esta Universidad?
Estamos mirando muy de cerca los cambios que enfrenta el mundo y la sociedad, y queremos contribuir. La tarea que tenemos por delante es apasionante. Creo que el hecho de afrontar problemas complejos nos estimula a trabajar mejor.

Afirmaba en el acto de su nuevo periodo como rector que la Universidad existe porque quiere prestar un tipo de contribución. ¿En qué consiste esta contribución?
Creo que lo que se espera de nosotros, lo que el país requiere, es que contribuyamos a configurar una cultura que sea conforme con la dignidad humana y su respeto. Es la base desde la que queremos llevar a cabo nuestra tarea docente y científica, como buscadores y transmisores de la verdad.


“En la Universidad de los Andes estamos mirando muy de cerca todos los cambios que enfrenta el mundo y la sociedad y queremos contribuir.”

¿Con qué le gustaría que se identificara a la Universidad?
Una primera idea, en el ámbito intelectual, tiene que ver con el deseo de buscar la verdad, nuestra convicción de que se puede encontrar, que no es una ilusión. Llegar desde distintas ciencias a verdades que pueden conversar entre sí, y encontrar miradas comunes, transversales, que abarquen mejor la complejidad de la realidad. Esta búsqueda, este trabajo interdisciplinario es una gran aspiración, y una gran contribución que esta universidad en particular puede llevar a cabo.

¿Y la segunda?
Con el afán de servicio que pone a la persona humana en el lugar que le corresponde, que es muy respetuoso de su dignidad, de sus valores, de su individualidad. Con el buen trato, con la acogida de personas que tienen características y condiciones distintas, con respeto, pues todos tienen espacio en la universidad. Eso lleva al diálogo y marca el tono, el estilo, el modo de hacer universidad.

Este respeto, este trato se cuida también en la Clínica…
Nuestra Clínica universitaria ha atraído a profesionales muy destacados y a un buen número de pacientes. Esto sucede porque existe un ambiente y un tipo de trato que se desprenden muy directamente de la preocupación por las personas. La Clínica nos abre grandes posibilidades, como la de aliviar la delicada situación de personas de escasos recursos que están en las listas de espera de los hospitales públicos. Y en el plano académico, la colaboración entre los especialistas que cultivan las ciencias básicas y los profesionales clínicos. Además, constituye un importante espacio formativo.


El 19 de enero de 2024, el profesor José Antonio Guzmán juró -sobre la Biblia regalada a la Universidad por la Facultad de Derecho en 1990- desempeñar fielmente el cargo de Rector. Lo acompañan la secretaria general, profesora Pilar Ureta, y la presidenta de la Junta Directiva, Carmen Luz Valenzuela.

Sobre las llamadas periferias, ¿cómo se toma ese desafío de salir de la universidad?
Creo que lo más propio de la universidad es llegar a lo que podríamos llamar las periferias intelectuales. Es decir, un espacio en el que las distintas miradas acerca de la sociedad tengan un lugar en el que se sientan acogidas y respetadas y, por supuesto, exigidas intelectualmente. Donde se acoge todo tipo de ideas, pero, al mismo tiempo, se las trata de manera rigurosa para llegar a destilar lo que podríamos llamar la verdad. En segundo lugar, hemos hecho un esfuerzo importante por llegar a más alumnos de escasos recursos que quieran estudiar en la Universidad y quisiéramos llegar a más.

¿Cómo se logra esto?
Nuestro afán es ofrecer buenas becas que permitan estudiar con tranquilidad en la Universidad. Se ve también en la Clínica. Y está el esfuerzo de sensibilizar a nuestros estudiantes, de hacerles reflexionar acerca de la necesidad de plantear sus futuros profesionales al servicio de la sociedad. Una sociedad que tiene muchas necesidades y que requiere de gente comprometida con la solución de esos problemas.


“La idea de amor a la verdad, de servicio a las personas, está en el centro de nuestro ADN y esa es la contribución específica que la Universidad de los Andes puede ofrecer a la sociedad en la cual estamos inmersos, en la cual queremos servir.”

Algún diario hablaba de grandes obras de infraestructura en la Universidad…
Se trata de construcciones planificadas desde hace tiempo, que estamos enfrentando ahora en un contexto donde somos optimistas. Creemos que el país puede estar atravesando dificultades, pero en el mediano plazo tiene un inmenso potencial. La Universidad apuesta por ese potencial y necesita seguir desarrollando su infraestructura para cumplir el adecuado desarrollo del proyecto universitario.

La Universidad ha crecido mucho en los últimos años, la investigación, la Clínica, el pregrado, el postgrado y educación continua.
Es una universidad que tiene vocación de permanencia. La Clínica está creciendo y lo hace muy bien. Necesitamos más camas, más pabellones, más atención ambulatoria. Lo mismo la Universidad, ha ido creciendo; se ha creado recientemente la Facultad de Ciencias Sociales, se ha aumentado el número de profesores, necesitamos espacios para que trabajen, investiguen. Laboratorios, salas de clases, especialmente para acoger a los estudiantes de postgrado y está el Centro de Estudios Territoriales. La Universidad es un proyecto que está en marcha, que tiene una mirada de largo plazo.

Y esto pasa también por la llegada de más profesores…
Sí, profesores, académicos muy calificados e identificados con nuestro proyecto institucional. Profesores que sean escuchados por su prestigio, que puedan influir en la sociedad y compartan el sello propio de una Universidad de inspiración cristiana como la nuestra, y nos ayuden a formar buenos profesionales y ciudadanos para servir al país.

¿Cómo equilibrar el crecimiento sin perder de vista lo que se es?
Es necesario reflexionar sobre el crecimiento que queremos impulsar para ser fieles al mandato fundacional. Tenemos que pensar en sustentabilidad, en las posibilidades de acceso a personas con talento académico que compartan nuestro proyecto, en los ámbitos de influencia en los que queremos estar presentes, y en la mejor manera en la que podemos servir a nuestro país.

¿Cuál es su mirada ante el momento que le ha tocado liderar?
El entorno económico, político y social en el que nos desenvolvemos no es el más propicio. Pero no podemos adoptar una actitud pasiva, ni esperar que las cosas cambien, sino hacer bien lo que sí está en nuestras manos. Visto con ojos de fe, podemos decir que Dios nos puso en estos momentos precisamente porque nuestra tarea, junto a la de muchos otros, iba a ser hoy especialmente necesaria. >

‾‾‾‾‾‾‾‾‾⁣ 𝗖𝗼𝗺𝗽𝗮𝗿𝘁𝗶𝗿 ‾‾‾‾‾‾‾‾‾