Una comunidad de delantales blancos, acompañada por un gran equipo administrativo, se ha enfrentado al Covid-19 con profesionalismo, humanidad y fe, como las claves para lograr que la vida se abra paso.
Un desafío que ha puesto a prueba sus capacidades profesionales y humanas, que les ha permitido maravillarse, pese a lo adverso, y que les ha hecho valorar aún más la fe. Eso ha significado el coronavirus para la Clínica Universidad de los Andes, amenaza que ha sido enfrentada gracias a la excelencia de un equipo conformado por más de 1.500 colaboradores, entre profesionales de la salud, administrativos y personal de áreas de apoyo.

“Lo hacemos no solo por la Clínica, sino por el país, por los millones de chilenos que confían en nosotros y que esperan lo mejor de nuestros profesionales”.
Jorge Laso, gerente general
“Hemos vivido un período complejo, pero estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo, con el sello que nos caracteriza”, asegura el director general, Jorge Laso, al definir la impronta con la cual han trabajado de cara a la pandemia. Un reto que “nos exige dar lo mejor”, como se evidencia en www.clinicauandes/bienseguros.
Ante los primeros atisbos del virus en Chile, la Clínica conformó un Comité Covid-19, cuenta el Dr. Marcelo Somarriva, director médico. El paso siguiente fue “preocuparnos de los ventiladores y cómo reconvertir los sectores de hospitalización para recibir a los enfermos”. Paralelamente, segregaron los flujos para evitar la mezcla de pacientes contagiados con los sanos y proteger al personal, al cual dotaron de todos los insumos para su seguridad.


“Nunca ha sido el temor de enfermar, sino de pensar en cómo iremos a seguir”.
Ruby-Anne Armaza, enfermera coordinadora de Calidad y Seguridad
Luego, se centraron en el tema de las camas: el Ministerio de Salud exigió a todos los actores privados duplicar el número de camas críticas, pero la Clínica UANDES decidió ir más allá en su compromiso y aumentó de 14 a 52 las camas con ventilación mecánica. Esto implicó recurrir a máquinas de anestesia, contratar médicos, enfermeras y reconvertir funciones, asignando nuevas tareas. Adicionalmente, transformó el quinto piso del edificio de Hospitalización en un área exclusiva para enfermos con coronavirus. “El personal ha actuado con total desprendimiento y generosidad”, dice el Dr. Somarriva sin disimular su orgullo por ese compromiso.
“Desde mi perspectiva, el crecimiento ha sido inmenso, el aprendizaje solo será cuantificado una vez que podamos mirar en retrospectiva lo vivido”, comenta Ruby-Anne Armaza, enfermera coordinadora de Calidad y Seguridad. “Desde el punto de vista emocional, me ha tocado contener a las personas que tienen a cargo a otras, y eso me enorgullece enormemente. Sentir la vocación de la gente no puede sino llenarnos de fortaleza”, agrega quien se reconvirtió en el marco de esta crisis sanitaria, pasando a prestar apoyo a la Unidad de Infecciones Asociadas a la Atención de Salud.
54
40
camas críticas
especialidades telemedicina
implementadas a junio de 2020

FOCO EN LA PERSONA Y EN LA FAMILIA
El entrenamiento permanente y la vinculación entre la Clínica y la Universidad, en función de la docencia, fueron claves para enfrentar la pandemia, destaca el académico y jefe de la Unidad de Urgencia, Dr. Carlos Rivera. “Pudimos concentrar todas las energías en prepararnos de la mejor manera para esta emergencia”, sostiene.
En paralelo, no descuidaron otro aspecto central: el foco en la persona y la familia. “Esta es una enfermedad bastante solitaria y ahí hay algo muy bonito, porque la Clínica se dio cuenta de esto bastante antes” y puso a disposición psicólogos y psiquiatras para brindar apoyo, además del acompañamiento espiritual de Capellanía. “Ese sello UANDES se ha notado y los pacientes lo agradecen”, enfatiza.
A esto se suma un valioso proceso de aprendizaje, al “pelear contra algo que no conocíamos y a lo que aprendimos a tenerle mucho respeto. Aprendimos a rescatar a personas que tenían todas las de perder y las sacamos adelante. También hemos visto con frustración, pero con la certeza de que hicimos todo lo posible, a quienes no lo han logrado”.
Quien sí lo consiguió es Gonzalo Bravo (65 años), primer paciente grave que atendió la Clínica y que ingresó a mediados de marzo. Su hija María Paz (23) fue quien lo llevó de urgencia. “Llegó saturando poco y le pusieron oxígeno”, precisa. Al día siguiente lo intubaron.
El proceso duró 12 días y su internación tres semanas, período que recuerda con dificultad, cruzado por “pesadillas terribles”. A quien no ha olvidado es a “un enfermero de la UCI”, oriundo del Maule, como él, y a una enfermera que con un simple gesto le devolvió la sonrisa. “Entró a la pieza haciendo como un baile y ese hecho para mí fue una maravilla, fue como regalarme vida. Imagínese, una cosa tan simple; no fue ni siquiera una palabra, fue una actitud”, rememora.

“Nunca puse en duda que hicieran todo lo posible para salvar a mi papá, ni sus procedimientos, pues sabía que estaba en buenas manos y que había un tremendo equipo detrás”.
María Paz Bravo, hija de paciente internado


NACER EN TIEMPOS DE PANDEMIA
El Covid-19 ha impactado el proceso de apego entre padres e hijos. “La atención misma del parto se ha visto sujeta en los hospitales a un mínimo contacto físico y a una atención más mecanizada, influida en cierta medida por la barrera de los elementos de protección personal y por la sobrecarga a la cual se encuentra enfrentado el personal sanitario”, comenta Luis Navarro, profesor de la Escuela de Obstetricia y Puericultura de la UANDES.
En la Clínica Universidad de los Andes se han hecho los esfuerzos para que esto no impida que las mujeres puedan disfrutar las distintas etapas del embarazo y tener el plan de parto que desean, atendido por el médico tratante y con proceso de apego. Sin embargo, se han debido introducir algunos cambios. Por ejemplo, todas las pacientes deben realizarse una PCR antes del nacimiento y no se pueden recibir visitas durante la hospitalización, salvo la del padre.
“Esta fiesta del nacimiento, donde participan abuelos, familiares y amigos, se ve imposibilitada y solo puede ser comunicada a través de una pantalla que, si bien genera contacto, no logra llenar el vacío que deja la ausencia de caricias, palabras de aliento, apoyo y risas”, relata Matías Pizarro, matrón de Neonatología de la Clínica y profesor UANDES.
Si alguna paciente tiene PCR positiva, pero muy poco sintomática, puede estar con su guagua manteniendo cierto grado de distanciamiento, pero con lactancia materna y bajo la supervisión de la Unidad de Neonatología. En cambio, si el riesgo de contagio es alto por la sintomatología de la madre, una vez producido el parto y luego de un contacto breve, se tiene que separar y aislar al recién nacido a la espera de que su madre esté recuperada.
Esta experiencia, en modalidad extrema, la vivió Antonia Montero (43 años), dominicana que llegó a la Clínica derivada desde el Hospital San José, con un embarazo de 28 semanas y diagnóstico de coronavirus. Por su dificultad respiratoria debió ser intubada y posteriormente se realizó su cesárea, dio a luz sola e inconsciente, a una niña de 880 gramos.
Si bien la niña nació sin presencia del virus, debió ser intubada por su condición prematura. Cuatro días permaneció conectada a ventilación mecánica y cuando despertó dice que “le pedía a Dios que mi hija no se fuera de mi lado y que me llevara a mí”. Gracias a los cuidados del personal, “a que nunca me dejaron sola y a su cariño”, logró recuperarse y acompañar la positiva evolución de su pequeña, mediante visitas controladas.
Aporte a las políticas públicas

En el marco de la crisis sanitaria, la UANDES ha tenido un rol activo en materia de salud, gracias a la participación de la Dra. María Teresa Valenzuela (de rojo en la imagen), vicedecana de Investigación de la Facultad de Medicina, como integrante del Consejo Asesor Covid-19.
Para la epidemióloga ha sido “muy relevante” ser parte de esta instancia, “pues en base a lo que digamos se van tomando decisiones que impactan a nivel nacional. Cuando uno trabaja en cada paso que se da, siente la obligación de hacerlo lo mejor posible, porque siempre se impacta a otros”.