Un esfuerzo interdisciplinario por mejorar la salud mental, el buen trato y la prevención del consumo de drogas en niños y adolescentes.
“Hemos descuidado el desarrollo de habilidades socioemocionales en la población infantojuvenil. Nos hemos enfocado en el rendimiento académico, pero nos hemos preocupado poco de estimular la resolución de problemas, el reconocimiento de emociones, la regulación emocional y el autocontrol, factores importantes para tener una mejor salud mental”. La frase del psiquiatra Jorge Gaete, académico de la Facultad de Medicina, resume bien el desafío que tiene el país de cara a los niños y adolescentes, quienes no lo están pasando bien ni en la sala de clases ni fuera de ella.
Según la Superintendencia de Educación, en 2018 aumentaron en 28% las denuncias por bullying y maltrato físico, mientras que el último informe de la Organización de Estados Americanos (OEA) evidencia que 24% de los estudiantes de Chile consume tabaco, superando a Argentina, Bolivia y México. Y si de marihuana se trata, más de 30% reconoce su uso, situándonos por sobre países como Estados Unidos.
Jorge Gaete, profesor asociado del Departamento de Salud Pública y Epidemiología de la Facultad de Medicina, y Daniela Valenzuela, académica de la Escuela de Psicología, impulsan una serie de proyectos que desde el desarrollo de habilidades socioemocionales buscan aportar a una sana y mejor convivencia en el ámbito escolar.
En sintonía con esta realidad, la Universidad trabaja en una serie de proyectos que buscan un impacto positivo, como “Yo sé lo que quiero”, versión nacional de “Unplugged”, programa europeo para prevenir el consumo de sustancias de abuso en adolescentes. Su adaptación fue hecha por el Dr. Gaete junto a la académica de la Escuela de Psicología Daniela Valenzuela, quienes en 2018 viajaron a Bélgica para capacitarse.
El programa, que cuenta con financiamiento Fondecyt, partió entonces con la validación del instrumento que se utiliza para medir consumo y otras variables. “Este año estamos empezando a hacer el pilotaje en seis establecimientos con alto índice de vulnerabilidad socioeconómica en la provincia de Santiago y en Lo Barnechea”, explica Daniela Valenzuela.
A través de talleres en los que se trabajan habilidades socioemocionales orientadas a prevenir el uso de sustancias, promoviendo la comunicación asertiva, se fomentan habilidades de resolución de problemas sociales y corrección de creencias normativas, por ejemplo, mostrándoles a los estudiantes que “la cantidad de personas que no consumen son muchas más, entonces se cambia el foco”, precisa la psicóloga
RESOLVER CONFLICTOS DE MANERA LÚDICA
En otro proyecto que replica buenas prácticas internacionales, el Dr. Gaete dirige como investigador principal “I can problem solve” (ICPS), financiado por la Fundación San Carlos de Maipo, el cual potencia habilidades socioemocionales en los preescolares para resolver problemas por medio de juegos, promoviendo la empatía, el pensamiento alternativo y consecuente. “En 2017 trabajamos en la adaptación lingüística del programa y en 2018, en la adaptación cultural, con estudios piloto en nueve establecimientos educacionales”, relata.
En la misma línea, el psiquiatra y la psicóloga son parte de un grupo de expertos de cuatro planteles de educación superior, los cuales en 2018 se adjudicaron un Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes. “Este proyecto tiene un financiamiento acotado que nos permite apoyar a nuevos investigadores y divulgar algunas actividades que estamos realizando”, explica el Dr. Gaete al referirse al trabajo mancomunado.
LOS BUENOS RESULTADOS DE KIVA
La dupla de académicos ha cosechado logros visibles a la luz del programa KiVa, método finlandés contra el bullying, que empodera a los testigos y los insta a no callar ante esas situaciones. Luego de adaptarlo a Chile, realizaron el estudio en 39 colegios de la Región Metropolitana, entre 2016 y 2018, donde 13 establecimientos fueron grupo de control y 26 implementaron el programa KiVa. En ellos se logró disminuir en 29% el nivel de victimización y en 35% el nivel de observaciones de matonaje en los 5° básicos.