¿Vivimos en una ciudad integrada e inclusiva? ¿A qué desafíos se enfrenta en su afán de crecer?
Tres especialistas del área Inmobiliaria y del Transporte responden estas y otras preguntas en un análisis que esboza interesantes retos futuros.

Distintos vehículos que se entrecruzan y se obstaculizan unos con otros es lo que refleja el mesón de Rodrigo Fernández y Sebastián Seriani y que puede ser una metáfora de lo que ocurre en Santiago, urbe que se desarrolla desarticuladamente y donde la integración es una tarea pendiente. Así lo concluyen estos profesionales del Grupo de Estudios de Transporte (GET), que al alero de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Aplicadas investiga y genera conocimiento para aportar al país. “Supuestamente existe el paraguas llamado Transantiago, que nació como la integración del sistema de buses y Metro, dentro del cual la última es una empresa del Estado que no se relaciona con el transporte de superficie, entonces ya partimos desarticulados”, dice Rodrigo Fernández. “Un tercer componente es la red de autopistas concesionadas, cuyo objetivo es movilizar autos, por lo tanto, tampoco le interesa el transporte público ni conversa con la ciudad”. A nivel de autoridades, la integración también parece estar al debe, sostiene el ingeniero. “Tenemos al presidente de Metro, a una ministra de Transportes y a un ministro de Obras Públicas con miradas muy distintas”, además de funciones propias que no se conectan con las de sus pares. “Falta una mirada integral y sobra eso de decir que existen los busistas y los metristas”. El metro, aclara, “no es la solución y no lo ha sido en ninguna parte del mundo; es un buen sistema, pero requiere el complemento del transporte de superficie”.

MOVILIDAD URBANA
En Inglaterra, donde Rodrigo Fernández cursó un máster y un doctorado en Estudios de Transporte en la Universidad de Londres, hay modelos interesantes. La capital inglesa tiene 400 kilómetros de metro y 13 líneas, “pero se superponen a eso 400 rutas de buses, que se originan en barrios y su terminal son estaciones de metro o de trenes”. Para Sebastián Seriani, doctor en Transporte de University College of London, el desafío de una ciudad Sebastián Seriani y Rodrigo Fernández, académicos del Grupo de Estudios de Transporte (GET) de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Aplicadas, coinciden en la necesidad de contar con una autoridad metropolitana que conecte los diferentes organismos para lograr la integración de la ciudad. más integrada no puede concebirse únicamente desde el transporte. “Hay que pensar en un nuevo concepto que involucre a otras disciplinas: la movilidad urbana”, asegura. Esta visión implica incorporar urbanismo, arquitectura, ingeniería, industria, terapia ocupacional, kinesiología y psicología, por nombrar algunas, en la tarea de construir un Santiago más articulado. Adicionalmente, se requiere “una mirada ciudad que conecte los diferentes organismos”. “Para logar la integración es necesario que exista un alcalde mayor”, coincide con Rodrigo Fernández, quien habla de “una Autoridad Metropolitana del Transporte”

LABORATORIO DEL MOVIMIENTO
En el Laboratorio de Dinámica Humana, de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Aplicadas, se estudia desde el movimiento de personas hasta el de masas de gente, para entender su comportamiento y entregar soluciones a nivel de metro, trenes y buses. Rodrigo Fernández dirige el lugar, donde actualmente trabaja en el diseño de infraestructura para priorizar el transporte público de superficie. Por su parte, Sebastián Seriani analiza la gestión de pasajeros y estaciones de metro, específicamente el uso de las puertas en andén y la demarcación de suelo y cómo afecta el proceder de los usuarios. Por ejemplo, con su equipo desarrolla DetPax, instrumento que mide la densidad de pasajeros y genera alertas remotas para activar medidas de control.

Sebastián Seriani y Rodrigo Fernández, académicos del Grupo de Estudios de Transporte (GET) de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Aplicadas, coinciden en la necesidad de contar con una autoridad metropolitana que conecte los diferentes organismos para lograr la integración de la ciudad.

COMPRENDER LA INDUSTRIA INMOBILIARIA
Un Centro de Estudios Inmobiliarios que promueve el liderazgo responsable en la industria; cursos y foros enfocados en buenas prácticas y en argumentar sobre calidad de vida en la ciudad, son algunas acciones impulsadas por el ESE Business School para aportar al debate. “Somos un puente entre el sector público y privado para instalar una conversación sana, porque no representamos ningún interés”, precisa José Miguel Simian.
A esto se suma el lanzamiento, en julio de 2018, del Máster en Desarrollo e Inversión Inmobiliaria, que ofrece herramientas para planificar y evaluar proyectos al alero de los desafíos normativos y urbanos, con un fuerte componente ético, y un futuro Centro de Modelamiento de Datos Inmobiliarios, para analizar cifras de la industria y aportar a su comprensión.

José Miguel Simian, director del Máster en Desarrollo e Inversión Inmobiliaria del ESE Business School y vicerrector académico de la Universidad, explica que si bien las construcciones de alta densidad hacen asequible un suelo urbano caro y escaso, requieren cumplir ciertos estándares para asegurar la calidad de vida.

EL ANHELO DE VIVIR EN EL CENTRO
Una ciudad más inclusiva es también un desafío desde la vereda inmobiliaria. Hace unos años se abrió la polémica de los “guetos verticales”, ante la proliferación de edificios de altura en Estación Central. “Ese tipo de proyectos logra hacer asequible un suelo urbano extremadamente caro y escaso. Si digo que me encantaría vivir en el centro o cerca de él, donde están los servicios y los puestos de trabajo, para hogares de menores ingresos, la única manera de hacerlo es en edificios de alta densidad”, explica el director del Máster en Desarrollo e Inversión Inmobiliaria del ESE Business School, José Miguel Simian. El tema no pasa por prohibir estas construcciones, dice, sino que “se hagan con un estándar donde la calidad de vida sea razonable y donde el edificio en sí no sea excesivamente perturbador del entorno”. Además, necesitan regulaciones normativas que impidan, por ejemplo, el subarrendamiento, que desnaturaliza estos proyectos, haciendo que los habite un número desproporcionado de personas. “El Ministerio de Vivienda y Urbanismo está apuntando hacia una política para generar incentivos normativos asociados a proyectos de integración”, sostiene. Estos estímulos van en la línea de permitir proyectos habitacionales de mayor densidad o altura, en ejes estratégicos de transporte o zonas consolidadas, con la condición de que parte de las unidades sean viviendas sociales. “Lo que se puede lograr es que se empiece a generar una mayor oferta de viviendas de integración en lugares urbanamente más cercanos”, precisa. “La Ley de Integración Social fue aprobada el 14 de agosto por la Cámara de Diputados y debe pasar todavía al Senado”, señala.